de febrer 10, 2006


"Roselyne y Plectrude ya se habían casado varias veces, la mayoría de las ocasiones la una con la otra, aunque no siempre.También podía ocurrir que se casasen con un chico de su clase que, en el transcurso de fabulosas ceremonias, era representado por su propio ectoplasma, a veces bajo la forma de un espantapájaros que respresentaba su imagen, a veces bajo la forma de Roselyne o de Plectrude disfrazada de hombre -un bicornio bastaba para ese cambio de sexo.
En realidad, la identidad del marido importaba poco.Siempre que el individuo real o imaginario no presentara vicios redhibitorios (barbada, voz de falsete o propensión a iniciar su frases con " De hecho..."), podía ser de su agrado.El objetivo del juego era crear una danza nupcial, del tipo comedia-ballet digna de Lulli, con cantos improvisados a partir de letras a cuál más trágica.
En efecto, resultaba inevitable que, tras un período nupcial demasiado breve, el esposo se transformara en pájaro o sapo, y que la esposa acabara encerrada en un torreón víctima de una castigo insoportable.
_¿Por qué siempre termina mal?- preguntó un día Roselyne.
_¿Poque así resulta mucho más bonito- la tranquilizó Plectrude."

Diccionario de nombres propios - Amélie Nothomb

1 Commentaris:

Anonymous Anònim said...

Ah, Plectrude ... fins i tot en les flames hi ha lluïssor. O potser només en les flames?

12:36 a. m.  

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